Hay otros barcos, pero ése es el
que está más próximo. Ante la cabina de la motora, tumbada en una colchoneta,
una diosa vikinga se dora al sol...
Por Arturo Pérez-Reverte | El
País. La Nación del 07.03.2013.
La motora no parece gran cosa
-mediano tamaño, bandera noruega-, pero la mujer es espléndida. Desde su
modesta menorquina de siete metros, donde junto a la bandera española con el
toro ondea la del Betis, nuestro héroe observa la embarcación fondeada cerca,
apuntando hacia la playa que resguarda de la brisa de levante. Hay otros
barcos, pero ése es el que está más próximo. Ante la cabina de la motora,
tumbada en una colchoneta, una diosa vikinga se dora al sol completamente
desnuda. Debe de llevar varios días de mar, pues su piel nórdica tiene un
bronceado que contrasta con el cabello largo y rubio, muy claro. Su cuerpo no
muestra marcas de bikini en las caderas ni en los senos, que son grandes,
pesados y oscilantes, y hace un rato dejaron sin aliento a nuestro personaje
cuando la mujer caminó por una banda del yate, desenvuelta, impúdica,
indiferente, para ir a tumbarse en la proa.
Texto completo: MANOLO y LA VALQUIRIA
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